Cuando Magallanes llega a Sevilla, es alcaide del Alcázar su paisano el aristócrata Jorge de Portugal, que no dudó en hacer valer su influencia para facilitar el proyecto de su compatriota. No obstante, fue su Teniente de Alcaide -responsable efectivo de los edificios reales-, Diego Barbosa, quien jugaría un papel mucho más decisivo: también portugués, se convirtió en el más firme apoyo y en la persona de confianza de Magallanes en la capital sevillana. Tanto que llegó a casar a su hija Beatriz con el navegante y lo alojó en su casa.
La ruta tiene parada en la entrada del Alcázar a la que se accede por el denominado Patio de Banderas, puesto que es en este núcleo más próximo donde se distribuían las estancias habilitadas entre 1503 y 1515 para la Casa de la Contratación, donde, según relatan los cronistas, ocurren todos los negocios de Indias. En concreto, abarcó desde los edificios occidentales del patio de la Montería hasta la plaza de la Contratación, donde tenía su fachada principal. Hablamos, principalmente, de los actuales Cuarto del Almirante y Sala de Audiencias. No es difícil imaginar cómo por todas estas dependencias del Alcázar, pasadizos y pasillos circulaba un constante trajín de funcionarios, caballeros, cosmógrafos, pilotos y mercaderes involucrados en los negocios de ultramar, como Magallanes.
Como dato curioso, decir que el Alcázar recibió recibe durante el año 2018, casi 2 millones de visitantes, unas cifras muy similares a las de la catedral de Sevilla, convirtiéndolo en el sexto monumento más visitado de España.
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