lunes, 5 de abril de 2021

Calle Alemanes (Ruta Magallánica)

 

Podríamos decir que las Gradas de la calle Alemanes eran el mentidero en el que se mezclaban letrados y vagabundos, pícaros y mancebas, frailes y monjes, marinos y cargadores de esportilla… Todos habituales de un mercado tan lujoso que el Ayuntamiento creó el cuerpo de Alguaciles de las Gradas, para cuidar y guardar de tan importante y tan productivo lugar.

Desde el inicio de sus tiempos, las gradas o escalinatas que circundan la Catedral de Sevilla, en la margen derecha de la actual calle Alemanes ha sido uno de los espacios más frecuentados y bulliciosos de la ciudad. Recorrido hoy por una muchedumbre de transeúntes y turistas, en los arranques del XVI eran el centro de tratos y negocios más concurrido de Sevilla. Lonja abierta de comerciantes y banqueros, púlpito para los pregones de toda clase de productos y ventas de esclavos, retablo de maravillas y escaparate de la sociedad sevillana. En concreto, la calle Alemanes debe su nombre a que, desde la Edad Media, estaban asentados en ella los mercaderes de origen alemán llegados a la ciudad. Se trata de uno de los lugares de Sevilla que menos transformaciones ha sufrido con el paso del tiempo, por eso aún puede contemplarse de manera casi idéntica esas escalinatas o gradas, rodeadas de cadenas, que a principios del siglo XVI fueron el lugar más importante del mundo, visitado y frecuentado por los más grandes mercaderes, comerciantes y señores de alta alcurnia de la tierra, que trataban variopintos negocios entre los que preponderaba la compraventa de oro, plata labrada, sedas, piedras preciosas e incluso esclavos.

En los andenes de las Gradas se abre la puerta del Perdón de la catedral. En los años de la travesía que dio la primera vuelta al Mundo, entre 1519 y 1522, se revistió con yeserías y esculturas, rematándose con un relieve de la expulsión de los mercaderes del templo. Una clara advertencia para que los negociantes se abstuvieran de su costumbre de reunirse y hacer sus tratos en el interior de la catedral, como comenzó a ocurrir en días de lluvia y como prolongación natural del mercado exterior conforme cobraba importancia y se iba llenando de puestos y mercaderes las zonas de la calle.

Prueba de su irrefrenable dedicación mercantil, en las Gradas se remató la suerte de la nao Victoria al volver de su gloriosa travesía, como documenta el historiador Juan Gil. Sin hacer caso a quienes reclamaron su conservación “por memoria” de su hazaña, en 1523 fue subastada en las Gradas y adquirida por el genovés Esteban Centurión, empleándose en la navegación de la carrera de Indias hasta perderse su pista en 1525.

Como curiosidad decir que entre la plaza de San Francisco y las Gradas se encuentra la calle o barrio de Génova, donde se asentó la colonia de esta ciudad italiana, de mercaderes y financieros. Un eje central de Sevilla, como el tramo al que hoy corresponde la Avenida de la Constitución.




1 comentario:

  1. Buen artículo. Pero exactamente las gradas de la catedral eran las estaban en el muro que flanquea nuestro Patio de los Naranjos (antaño plaza pública) y que se han tapado por parte del cabildo desvirtuando una parte de la historia de Sevilla. Concretamente la de la Alcaicería de la Seda de época almohade donde se exponían productos. Los escalones que dan acceso a los andenes son eso, unos escalones, las gradas de la catedral son las que recorrían toda la calle y forman parte de su historia. Forradas de piedra martelilla sobre ladrillería tenían la función de proteger de la corrosión el adobe y poder limpiarse con facilidad. La controvertida restauración ha querido cubrir el oprobio de la exposición de la mercancía humana, la esclavitud, que se hacía en esta parte de la ciudad y que también expone este magnífico dibujo. Sevilla, mercado de esclavos guanches, negros, granadinos, tunecinos, etc. Felicidades por el blog. Un saludo.

    ResponderEliminar