La actual calle Mateos Gago (antigua Borceguinería) fue denominada desde antiguo como calle de la Borceguinería, por residir en ella el gremio de este oficio, fabricantes de zapatos y borceguíes, hasta el siglo XVIII. Aquí residió Magallanes.
Fernando de Magallanes fue alojado en Sevilla por su compatriota Diego (Diogo en portugués) Barbosa, Teniente de Alcaide del Alcázar de Sevilla, siendo Alcaide principal Jorge de Portugal, uno de los representantes más destacados de la nobleza lusa que se afincó en Sevilla a inicios del siglo XV. Con una de las mansiones nobiliarias más importantes en el entorno de la calle de la Borceguinería, allí Magallanes fue recibido, alojado y tratado como a un familiar más, convirtiéndose estos dos personajes en los principales valedores ante el rey Carlos I del proyecto transoceánico de nuestro navegante. Magallanes llegó a Sevilla con un firme propósito: darle a conocer su empresa al Alcaide de los Alcázares, Jorge de Portugal (ca. 1490-1543), el representante más destacado de los ilustres linajes portugueses afincados en Sevilla desde el siglo XV. Una figura sin duda influyente en la Corte junto con su lugar teniente, Diego (Diogo) Barbosa, por aquel entonces Teniente de Alcaide, que pasaría a convertirse en el más firme defensor de las ideas de Magallanes, que pretendía inaugurar una nueva ruta comercial con las Indias por occidente, bordeando el continente americano aún a medio descubrir. Los lazos entre ambos compatriotas fueron tan fuertes, que Barbosa lo alojó en su casa y pasó a convertirse en su suegro. Magallanes se casó en Sevilla con Beatriz Barbosa, hija de Diego Barbosa y María Caldeira en 1518, y tuvo dos hijos: Rodrigo, que falleció aún siendo un niño, y Carlos, que corrió la peor de las suertes y murió al nacer.
Junto a ellos, toda la colonia portuguesa que habitaba en la ciudad, arropó a Magallanes en su intención de conseguir financiación, reunir los recursos materiales y obtener el favor del rey Carlos I para llegar a las denominadas Islas de las Especias o Islas Molucas abriendo una nueva ruta comerciales a través de occidente, bordeando el continente americano. Todo ello para no atravesar las aguas y territorios portugueses que habían quedado delimitados tras el Tratado de Tordesillas firmado entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal.
Durante aquellos meses, Fernando de Magallanes anduvo alojado en la selecta Borceguinería, actual calle Mateos Gago. En este entorno se encontraban las mejores edificaciones de la ciudad, y de entre ellas sobresalía la mansión nobiliaria -con unas propiedades aledañas tan extensas que llegaban hasta la plazuela de Doña Elvira- de Jorge de Portugal.
La calle fue denominada De la Borceguinería debido a los numerosos negocios del Gremio de los Borceguineros (fabricantes de zapatos), que residieron en esta calle hasta el siglo XVIII. Durante la Edad Media, la calle se llamó también Entalladores, en el corte que va desde la Plaza Virgen de los Reyes hasta la confluencia con la Calle Mesón del Moro. Esto es debido, a que en este tramo vivían los obreros que trabajaban en la construcción de la Giralda. Desde Mesón del Moro hasta Fabiola, se llamaba Borceguineros. En 1869, se unificaría el nombre pasando a llamarse íntegramente Comuneros. Ya en 1893, tomaría el nombre de Mateos Gago (1827-1890), en honor del teólogo, catedrático, filósofo y canónigo de la Catedral. Este sacerdote fue también fundador de la Academia Sevillana de Estudios arqueológicos.
Como dato curioso, decir que nada tiene que ver el aspecto actual de la calle Mateos Gago con la antigua Borceguinería. Hasta el siglo XX, fue una vía tortuosa y estrecha hasta el punto de impedir el tránsito rodado. El trazado actual de la calle se debe a las obras de ensanche acometidas con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, y sólo desde entonces puede admirarse desde una bellísima perspectiva la imagen de la Giralda.
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