sábado, 10 de abril de 2021

Paseo de Marqués de Contadero

 



La placa dice:

El 10 de agosto de 1519, bajo el reinado de Carlos I, partió de Sevilla una armada al mando de Fernando de Magallanes, iniciándose una de las mayores gestas de la humanidad, la primera vuelta al mundo, siendo culminada por Juan Sebastián de Elcano con la llegada de la nao "Victoria", la única nave que regresó de las cinco que iniciaron la expedición. Al cumplirse el V centenario de esta hazaña, esta bandera conmemorativa permanecerá durante los más de tres años que duró la expedición.

martes, 6 de abril de 2021

Avenida de la Constitución (Ruta Magallánica)

 

Catedral de Sevilla fue «construida para hacer de Sevilla la sede del mayor templo de la Cristiandad -aún hoy es la catedral gótica cristiana más grande del mundo-, la Catedral fue punto de salida y regreso de los navegantes que partieron en la expedición de Magallanes.»

Levantada sobre el solar de la antigua mezquita de la ciudad, la Santa Catedral de Sevilla en su estilo gótico tal y como la conocemos hoy, se hace realidad en el cabildo catedralicio celebrado en julio de 1401. Según la tradición oral sevillana, la decisión de los canónigos habría sido: «Hagamos una iglesia tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos», y según el acta capitular de aquel día, la nueva obra debía ser «una tal y tan buena, que no haya otra su igual». A su llegada a la ciudad en 1517, Magallanes se encuentra un edificio, centro de todas las devociones, de máximo esplendor, que había terminado de construirse, en su fase inicial, en 1506. Se había levantado, en tiempo récord, el gran símbolo del auge y esplendor de Sevilla que suponía la Catedral de Sevilla, un edificio magno que pone de manifiesto, no sólo la prosperidad de la ciudad como uno de los emporios económicos más importantes del mundo en el siglo XVI; sino que convierte a Sevilla en capital mundial de la Cristiandad. El cuerpo edificatorio, como decíamos, se concluye en 1506; y al año siguiente, en 1507, tiene lugar la consagración del templo, aunque aún quedaban pendientes algunas obras por concluir, como las portadas, capillas y retablos. El resultado fue un grandioso templo gótico de enormes dimensiones y riguroso diseño. El cierre de las bóvedas de crucero se remató, dando por concluidas las obras, en 1517, año en el que hacen presencia en la ciudad Fernando de Magallanes y Rui Faleiro, dispuestos a conseguir financiación para su expedición comercial hasta las islas de las Molucas.

La relación de Magallanes con la Catedral de Sevilla fue intensa. En el templo, que cuenta con cinco naves y 25 capillas, destaca la llamada «capilla de la Virgen de la Antigua», situada en el flanco meridional, que custodia la imagen del mismo nombre. Según cuenta la leyenda, fue un ángel quien condujo al rey conquistador de Sevilla, Fernando III El Santo, hasta esta imagen escondida en la anterior Mezquita de la ciudad.

La Virgen de la Antigua, considerada un símbolo de la maternidad, despertó gran devoción entre los marinos y exploradores, a la que se encomendaban antes y después de navegar. Según la tradición, los expedicionarios de Magallanes rezaron ante ella antes de partir en 1519, y ante ella se postraron, igualmente, los 18 supervivientes de la nao Victoria -de los 265 que zarparon- al regresar de su periplo en 1522, «en camisa y descalzos, con un cirio en la mano». En septiembre de 2011 se colocó una inscripción de bronce en la puerta de la capilla para rememorarles: «La expedición que dio la primera vuelta al mundo con la nao Victoria partió y finalizó en dicha capilla».

El contacto de Magallanes con la Catedral tiene continuación, asimismo, en la figura de Sancho de Matienzo, uno de los influyentes canónigos de la iglesia mayor que, al ser también tesorero de la Casa de la Contratación, jugó un papel crucial en el apresto de la armada de la Especiería. Pese a los roces que tuvo con Magallanes, este acabó otorgando su confianza a Matienzo al nombrarlo albacea de su testamento.

Como curiosidad, decir que uno de los mayores atractivos de la Catedral de Sevilla, por su excepcionalidad, es asistir al baile de los seises. Los seises son un grupo de diez niños que, vestidos con trajes de pajes propios de siglo XVI, realizan unos cánticos y danzas sagradas en el Altar Mayor de la Catedral. Es un acto solemne que se realiza en tres ocasiones anuales: Una fecha en los días previos al Miércoles de Ceniza, el Corpus Christi, y la Inmaculada Concepción.




lunes, 5 de abril de 2021

Calle Alemanes (Ruta Magallánica)

 

Podríamos decir que las Gradas de la calle Alemanes eran el mentidero en el que se mezclaban letrados y vagabundos, pícaros y mancebas, frailes y monjes, marinos y cargadores de esportilla… Todos habituales de un mercado tan lujoso que el Ayuntamiento creó el cuerpo de Alguaciles de las Gradas, para cuidar y guardar de tan importante y tan productivo lugar.

Desde el inicio de sus tiempos, las gradas o escalinatas que circundan la Catedral de Sevilla, en la margen derecha de la actual calle Alemanes ha sido uno de los espacios más frecuentados y bulliciosos de la ciudad. Recorrido hoy por una muchedumbre de transeúntes y turistas, en los arranques del XVI eran el centro de tratos y negocios más concurrido de Sevilla. Lonja abierta de comerciantes y banqueros, púlpito para los pregones de toda clase de productos y ventas de esclavos, retablo de maravillas y escaparate de la sociedad sevillana. En concreto, la calle Alemanes debe su nombre a que, desde la Edad Media, estaban asentados en ella los mercaderes de origen alemán llegados a la ciudad. Se trata de uno de los lugares de Sevilla que menos transformaciones ha sufrido con el paso del tiempo, por eso aún puede contemplarse de manera casi idéntica esas escalinatas o gradas, rodeadas de cadenas, que a principios del siglo XVI fueron el lugar más importante del mundo, visitado y frecuentado por los más grandes mercaderes, comerciantes y señores de alta alcurnia de la tierra, que trataban variopintos negocios entre los que preponderaba la compraventa de oro, plata labrada, sedas, piedras preciosas e incluso esclavos.

En los andenes de las Gradas se abre la puerta del Perdón de la catedral. En los años de la travesía que dio la primera vuelta al Mundo, entre 1519 y 1522, se revistió con yeserías y esculturas, rematándose con un relieve de la expulsión de los mercaderes del templo. Una clara advertencia para que los negociantes se abstuvieran de su costumbre de reunirse y hacer sus tratos en el interior de la catedral, como comenzó a ocurrir en días de lluvia y como prolongación natural del mercado exterior conforme cobraba importancia y se iba llenando de puestos y mercaderes las zonas de la calle.

Prueba de su irrefrenable dedicación mercantil, en las Gradas se remató la suerte de la nao Victoria al volver de su gloriosa travesía, como documenta el historiador Juan Gil. Sin hacer caso a quienes reclamaron su conservación “por memoria” de su hazaña, en 1523 fue subastada en las Gradas y adquirida por el genovés Esteban Centurión, empleándose en la navegación de la carrera de Indias hasta perderse su pista en 1525.

Como curiosidad decir que entre la plaza de San Francisco y las Gradas se encuentra la calle o barrio de Génova, donde se asentó la colonia de esta ciudad italiana, de mercaderes y financieros. Un eje central de Sevilla, como el tramo al que hoy corresponde la Avenida de la Constitución.




domingo, 4 de abril de 2021

Calle Mateos Gago (Ruta Magallánica)

 

La actual calle Mateos Gago (antigua Borceguinería) fue denominada desde antiguo como calle de la Borceguinería, por residir en ella el gremio de este oficio, fabricantes de zapatos y borceguíes, hasta el siglo XVIII. Aquí residió Magallanes.



Fernando de Magallanes fue alojado en Sevilla por su compatriota Diego (Diogo en portugués) Barbosa, Teniente de Alcaide del Alcázar de Sevilla, siendo Alcaide principal Jorge de Portugal, uno de los representantes más destacados de la nobleza lusa que se afincó en Sevilla a inicios del siglo XV. Con una de las mansiones nobiliarias más importantes en el entorno de la calle de la Borceguinería, allí Magallanes fue recibido, alojado y tratado como a un familiar más, convirtiéndose estos dos personajes en los principales valedores ante el rey Carlos I del proyecto transoceánico de nuestro navegante. Magallanes llegó a Sevilla con un firme propósito: darle a conocer su empresa al Alcaide de los Alcázares, Jorge de Portugal (ca. 1490-1543), el representante más destacado de los ilustres linajes portugueses afincados en Sevilla desde el siglo XV. Una figura sin duda influyente en la Corte junto con su lugar teniente, Diego (Diogo) Barbosa, por aquel entonces Teniente de Alcaide, que pasaría a convertirse en el más firme defensor de las ideas de Magallanes, que pretendía inaugurar una nueva ruta comercial con las Indias por occidente, bordeando el continente americano aún a medio descubrir. Los lazos entre ambos compatriotas fueron tan fuertes, que Barbosa lo alojó en su casa y pasó a convertirse en su suegro. Magallanes se casó en Sevilla con Beatriz Barbosa, hija de Diego Barbosa y María Caldeira en 1518, y tuvo dos hijos: Rodrigo, que falleció aún siendo un niño, y Carlos, que corrió la peor de las suertes y murió al nacer.

Junto a ellos, toda la colonia portuguesa que habitaba en la ciudad, arropó a Magallanes en su intención de conseguir financiación, reunir los recursos materiales y obtener el favor del rey Carlos I para llegar a las denominadas Islas de las Especias o Islas Molucas abriendo una nueva ruta comerciales a través de occidente, bordeando el continente americano. Todo ello para no atravesar las aguas y territorios portugueses que habían quedado delimitados tras el Tratado de Tordesillas firmado entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal.

Durante aquellos meses, Fernando de Magallanes anduvo alojado en la selecta Borceguinería, actual calle Mateos Gago. En este entorno se encontraban las mejores edificaciones de la ciudad, y de entre ellas sobresalía la mansión nobiliaria -con unas propiedades aledañas tan extensas que llegaban hasta la plazuela de Doña Elvira- de Jorge de Portugal.

La calle fue denominada De la Borceguinería debido a los numerosos negocios del Gremio de los Borceguineros (fabricantes de zapatos), que residieron en esta calle hasta el siglo XVIII. Durante la Edad Media, la calle se llamó también Entalladores, en el corte que va desde la Plaza Virgen de los Reyes hasta la confluencia con la Calle Mesón del Moro. Esto es debido, a que en este tramo vivían los obreros que trabajaban en la construcción de la Giralda. Desde Mesón del Moro hasta Fabiola, se llamaba Borceguineros. En 1869, se unificaría el nombre pasando a llamarse íntegramente Comuneros. Ya en 1893, tomaría el nombre de Mateos Gago (1827-1890), en honor del teólogo, catedrático, filósofo y canónigo de la Catedral. Este sacerdote fue también fundador de la Academia Sevillana de Estudios arqueológicos.

Como dato curioso, decir que nada tiene que ver el aspecto actual de la calle Mateos Gago con la antigua Borceguinería. Hasta el siglo XX, fue una vía tortuosa y estrecha hasta el punto de impedir el tránsito rodado. El trazado actual de la calle se debe a las obras de ensanche acometidas con motivo de la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929, y sólo desde entonces puede admirarse desde una bellísima perspectiva la imagen de la Giralda.





sábado, 3 de abril de 2021

Patio de Banderas (Ruta Magallánica)


El 20 de octubre de 1517, el rey Carlos I llega a Sevilla. Viene desde Santander y, exhausto, se aloja en el Real Alcázar. Fernando de Magallanes le sale al encuentro gracias a la amistad que forja, nada más llegar a la ciudad, con Diego (o Diogo) Barbosa, portugués, al igual que nuestro protagonista, que acaba de ser nombrado Teniente de Alcaide del Alcázar. Magallanes quiere ganar el favor del monarca para financiar el viaje que plantea hacia las Islas Molucas desde Occidente. Es en este conjunto palaciego donde comienza a hacerse realidad la primera vuelta al mundo. A la llegada de Fernando de Magallanes a Sevilla, en 1517, el Alcázar era ya un extraordinario recinto palaciego, residencia frecuente de los Reyes Católicos y, posteriormente, Carlos I que, además, celebró en el interior de sus jardines -en la zona conocida hoy como Cenador de la Alcoba-, su boda con Isabel de Portugal. Por aquel entonces, la jurisdicción del Alcázar incluía la gestión y administración de las Atarazanas y se extendía hacia la Catedral y la torre del Oro, de modo que tanto las instituciones y oficinas encargadas del comercio con las Indias, así como las competencias portuarias recaían bajo su órbita. Por todas estas razones, Magallanes tuvo unas estrechas relaciones con el Alcázar, que fueron definitorias gracias al vínculo de amistad que generó con dos personas clave durante la estancia del navegante en la ciudad.

Cuando Magallanes llega a Sevilla, es alcaide del Alcázar su paisano el aristócrata Jorge de Portugal, que no dudó en hacer valer su influencia para facilitar el proyecto de su compatriota. No obstante, fue su Teniente de Alcaide -responsable efectivo de los edificios reales-, Diego Barbosa, quien jugaría un papel mucho más decisivo: también portugués, se convirtió en el más firme apoyo y en la persona de confianza de Magallanes en la capital sevillana. Tanto que llegó a casar a su hija Beatriz con el navegante y lo alojó en su casa.

La ruta tiene parada en la entrada del Alcázar a la que se accede por el denominado Patio de Banderas, puesto que es en este núcleo más próximo donde se distribuían las estancias habilitadas entre 1503 y 1515 para la Casa de la Contratación, donde, según relatan los cronistas, ocurren todos los negocios de Indias. En concreto, abarcó desde los edificios occidentales del patio de la Montería hasta la plaza de la Contratación, donde tenía su fachada principal. Hablamos, principalmente, de los actuales Cuarto del Almirante y Sala de Audiencias. No es difícil imaginar cómo por todas estas dependencias del Alcázar, pasadizos y pasillos circulaba un constante trajín de funcionarios, caballeros, cosmógrafos, pilotos y mercaderes involucrados en los negocios de ultramar, como Magallanes.

Como dato curioso, decir que el Alcázar recibió recibe durante el año 2018, casi 2 millones de visitantes, unas cifras muy similares a las de la catedral de Sevilla, convirtiéndolo en el sexto monumento más visitado de España.






Calle Sancho Ibáñez (Carmona)

 En esta calle de Carmona, en el número 9 se encuentra la siguiente placa...



...que dice:

EN ESTA CASA NACIÓ EL 31 DE ENERO DE 1902, DON MANUEL DIAZ DOMINGUEZ, TENIENTE DE INFANTERÍA, COMANDANTE DE LA 6ª MIA DE LA MEHAL-LA JALIFIANA DE LARACHE.
HERIDO EN EL PECHO EN COMBATE DE 31 AGOSTO DE 1924 EN TIERRAS AFRICANAS AL FRENTE DE LA EXTREMA VANGUARDIA. SIGUIO EN LA LUCHA SIN QUERER RETIRARSE, ALENTANDO A LOS SUYOS HASTA MORIR EN EL MISMO CAMPO DE BATALLA.
__________________________
EL EXCMO AYUNTAMIENTO DE CARMONA ACORDO PERPETUAR LA MEMORIA DE ESTE HEROE, HONRA DE SU PUEBLO Y DE ESPAÑA.

Aparecen aquí cosas que igual los milenials (y no tan milenials) no entienden. Esta batalla se encuadra en la guerra en la que España, que tenía un protectorado en el norte de África, se involucró llamada Guerra del Rif.

Una mía, en el antiguo protectorado español de Marruecos, era una unidad regular indígena, dependiente del majzén jalifiano, compuesta de unos 100 hombres de infantería o de otros tantos de caballería. También llamada compañía. Cada tabor lo componían 3 mías.

Larache es una ciudad del antiguo protectorado español en Marruecos.

La Mehal-la, Mehala o Mejala era un ejército completamente marroquí cuyo mando recaía en el Madjen (el gobierno del Jalifa, de ahí lo de jalifiana) aunque en la práctica estuviese controlado por la autoridades españolas del Protectorado a través de oficiales de esta nacionalidad.

viernes, 2 de abril de 2021

Calle Cruz de Santa María (Carmona)

 En el número 5 de esta calle de Carmona, se encuentra la siguiente placa:


Don José Arpa Perea fue un pintor dos de cuyas obras, "Chumberas en flor" y "El Gran Cañón de Arizona", se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Desgraciadamente, esta última obra no siempre está expuesta, pero que es una constatación del hecho de que este pintor fue hasta allí al ser un paisajista de renombre.