Catedral de Sevilla fue «construida para hacer de Sevilla la sede del mayor templo de la Cristiandad -aún hoy es la catedral gótica cristiana más grande del mundo-, la Catedral fue punto de salida y regreso de los navegantes que partieron en la expedición de Magallanes.»
Levantada sobre el solar de la antigua mezquita de la ciudad, la Santa Catedral de Sevilla en su estilo gótico tal y como la conocemos hoy, se hace realidad en el cabildo catedralicio celebrado en julio de 1401. Según la tradición oral sevillana, la decisión de los canónigos habría sido: «Hagamos una iglesia tan grandiosa que los que la vieren labrada nos tengan por locos», y según el acta capitular de aquel día, la nueva obra debía ser «una tal y tan buena, que no haya otra su igual». A su llegada a la ciudad en 1517, Magallanes se encuentra un edificio, centro de todas las devociones, de máximo esplendor, que había terminado de construirse, en su fase inicial, en 1506. Se había levantado, en tiempo récord, el gran símbolo del auge y esplendor de Sevilla que suponía la Catedral de Sevilla, un edificio magno que pone de manifiesto, no sólo la prosperidad de la ciudad como uno de los emporios económicos más importantes del mundo en el siglo XVI; sino que convierte a Sevilla en capital mundial de la Cristiandad. El cuerpo edificatorio, como decíamos, se concluye en 1506; y al año siguiente, en 1507, tiene lugar la consagración del templo, aunque aún quedaban pendientes algunas obras por concluir, como las portadas, capillas y retablos. El resultado fue un grandioso templo gótico de enormes dimensiones y riguroso diseño. El cierre de las bóvedas de crucero se remató, dando por concluidas las obras, en 1517, año en el que hacen presencia en la ciudad Fernando de Magallanes y Rui Faleiro, dispuestos a conseguir financiación para su expedición comercial hasta las islas de las Molucas.
La relación de Magallanes con la Catedral de Sevilla fue intensa. En el templo, que cuenta con cinco naves y 25 capillas, destaca la llamada «capilla de la Virgen de la Antigua», situada en el flanco meridional, que custodia la imagen del mismo nombre. Según cuenta la leyenda, fue un ángel quien condujo al rey conquistador de Sevilla, Fernando III El Santo, hasta esta imagen escondida en la anterior Mezquita de la ciudad.
La Virgen de la Antigua, considerada un símbolo de la maternidad, despertó gran devoción entre los marinos y exploradores, a la que se encomendaban antes y después de navegar. Según la tradición, los expedicionarios de Magallanes rezaron ante ella antes de partir en 1519, y ante ella se postraron, igualmente, los 18 supervivientes de la nao Victoria -de los 265 que zarparon- al regresar de su periplo en 1522, «en camisa y descalzos, con un cirio en la mano». En septiembre de 2011 se colocó una inscripción de bronce en la puerta de la capilla para rememorarles: «La expedición que dio la primera vuelta al mundo con la nao Victoria partió y finalizó en dicha capilla».
El contacto de Magallanes con la Catedral tiene continuación, asimismo, en la figura de Sancho de Matienzo, uno de los influyentes canónigos de la iglesia mayor que, al ser también tesorero de la Casa de la Contratación, jugó un papel crucial en el apresto de la armada de la Especiería. Pese a los roces que tuvo con Magallanes, este acabó otorgando su confianza a Matienzo al nombrarlo albacea de su testamento.
Como curiosidad, decir que uno de los mayores atractivos de la Catedral de Sevilla, por su excepcionalidad, es asistir al baile de los seises. Los seises son un grupo de diez niños que, vestidos con trajes de pajes propios de siglo XVI, realizan unos cánticos y danzas sagradas en el Altar Mayor de la Catedral. Es un acto solemne que se realiza en tres ocasiones anuales: Una fecha en los días previos al Miércoles de Ceniza, el Corpus Christi, y la Inmaculada Concepción.
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