Azulejo sito en la calle Amparo número 9.
Según cuentan los lugareños (un hombre mayor me paró para explicarme con pelos y señales que, efectivamente, cuando más joven lo vio con sus propios ojos), en esta casa vivía un tigre de Bengala y que de vez en cuando se asomaba por el balcón. Solía estar atado por el cuello con una cadena bastante gruesa. Claro: ni me quiero imaginar al tigre saltando por el balcón y correteando por las calles.
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